Martes 5 de junio
Tras un corto viaje de Madrid a Copenhague, un Fokker 50 nos recoge, dando comienzo a la última parte de nuestro viaje hacia la ciudad sueca de Linköping. Fue un trayecto muy breve, durante el cual tuvimos ocasión de admirar la gran cantidad de lagos que pueblan la zona, así como el verde reinante en el resto del terreno. Cuando por fin aterrizamos (con el avión moviéndose algo más de lo que algunos hubieran querido), tuvimos ocasión de comprobar cuánto se equivocaban todas las recomendaciones de llevarse ropa de abrigo: nos recibieron un sol sin una sola nube que lo tapara y una temperatura que poco tenía que envidiar a la madrileña.
Efectuamos en taxi el pequeño recorrido que nos separaba del hotel, y una vez convenientemente alojados nos dispusimos a explorar la ciudad por primera vez. El mayor descubrimiento fue una plaza a la cuál hemos bautizado como Plaza de Santa Ana, en honor a la homónima de Madrid, gracias a la gran cantidad de terrazas (y de gente) con que nos encontramos al pasar por ella.La vuelta al hotel nos deparó la última sorpresa del día: ¡botellón! En el parquecillo situado entre el hotel y el río, varios grupos de chavales convenientemente cargados de alcohol se disponían a beberse hasta el agua de los floreros (y alguno la del río, aunque no fuese muy recomendable). Por cierto, esto fue a eso de las 10 y acababa de anochecer, y al poco tiempo (antes de las cuatro de la mañana) pudimos comprobar eso de que las noches son muy cortas... especialmente aquellos cuyas ventanas dan al este, como la mía.
2 comentarios:
¿Tampoco tienen persianas? Pues mira que en el Ikea hay algunas...
No tienen persianas, pero sí cortinas. En concreto dos, una finita y otra opaca para echar por las noches.
Por cierto, Collado puso una cara muy rara cuando vio que con la cortina fina y la luz de la habitación encendida se veia todo desde fuera xD
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